“Si me ausento de tus playas primorosas,
si me alejo de tus palmas silenciosas,
quiero volver, quiero volver.”
Antonio Cabán Vale, El Topo
ORLANDO, FL – Puede que uno de los tantos fenómenos de “ser diáspora” sea una mayor sensibilidad ante aquellas cosas que en un momento dimos por hecho y que hoy nuestra realidad nos demuestra que no lo son. Esta sensibilidad nos regala un sentimiento de gratitud y satisfacción aumentada para la que no creo que encontremos ni expresión ni palabra. La noche del sábado, mientras sonaban los primeros acordes de Las Flores de Emilio, observaba a través de mi lente a una dupleta de cantautores que marcaron la banda sonora de nuestra generación, Tito Auger y Ricky Laureano; voz, guitarras y letras de la banda de trovarock puertorriqueña Fiel a la Vega. Mientras Ricky rasgaba ese primer Do#m, daba vueltas en mi cabeza el hecho de que, si bien estos dos cantautores han compartido tarima centenares de veces como Fiel a la Vega, son muy pocas las veces que se les ha visto solos en tarima y en formato acústico (haga una búsqueda en las redes y entenderá lo que le decimos). Es así como unos minutos pasadas las 8:30pm comenzaron las dos horas y cuatro minutos de gratitud y satisfacción que trataremos de capturar en esta reseña.
Con un repertorio interpretado a dos guitarras y dos voces y flanqueados por la monoestrellada de fondo, le siguió a Las Flores de Emilio el tema Todo Cambia Todo queda Igual, seguido de Hay que edificar, Mi casa y mi viento, Elipsis de una Fuga, El Panal y Cositas Así; tema que nos relataba Auger fue le primero que escribieron en el idioma español, marcando lo que sería el comienzo de una crónica musical aún vigente, relatada en líricas y acordes con pasión y sentido. En lo que sería una pausa a temas de su autoría, el dúo interpretó los temas Buscando Guayaba del panameño Ruben Blades y Ojala del cubano Silvio Rodriguez, ambos temas popularizados en el formato rock por la banda a mediados de los 90. La noche continuó con una interpretación del tema Encontrarte es una historia que hoy deberían publicar interpretado por Ricky Laureano y que fue coreado a todo pulmón por los presentes. Le siguieron los temas Canción en la arena, Una plegaria más, Salimos de aquí y El Wanabí, todos temas que el público ha hecho sus favoritos. Durante todo el evento no cesó la complicidad en el escenario de estos dos grandes del cancionero boricua. Cerró la noche con los temas Boricua en la Luna, Los Superheroes y lo que es casi un himno para todos los puertorriqueños Verde Luz, del maestro Antonio Caban Vale, al cual se unió el cantautor Hermes Croatto.
El concierto se llevó a cabo en las facilidades de Ellipsis Brewing en la ciudad de Orlando y fue el segundo de una propuesta de conciertos denominada Noche Borincana, que produce el proyecto Brincando El Charco. Los asistentes tuvieron la oportunidad de degustar en primicia de la nueva cerveza La Borincana, una stout inspirada en el evento la cual es elaborada utilizando café de Draco Rosa. Complementando el espíritu incansable y genuinamente comprometido con crear comunidad del equipo de Brincando el Charco, estuvo también una gama de auspiciadores a quienes debemos considerar mecenas del arte. Estos fueron: Brands of Puerto Rico, Nona Platinum, Pig Floyd’s Urban Barbakoa, y Dr. Carlos Rodriguez de Women’s Center. Los fondos generados en la actividad fueron destinados a la organización Centro Tau de la Fundación Ricky Martin, con sede en Loíza, Puerto Rico. El Centro Tau juega un papel importante en la reconstrucción de Loíza y municipios aledaños luego del paso de los Huracanes Irma y Maria. El mismo se enfoca en empoderar a la comunidad mediante tres propuestas fundamentales: viabilizar el enriquecimiento familiar, servir de centro comunitario e investigación, y ser la base del proyecto humanitario de reconstrucción de viviendas impulsado por la Fundación Ricky Martin.
Cerró aquel Verde Luz en un Mi menor, no quedando ahí una noche de gratitud y satisfacción. Siendo amantes de la música ambas bondades se excedieron por una noche más; y es que, entre buena cerveza, grandes amigos, la música de una generación y la convocatoria de crear comunidad con propósito, no nos queda otra que sonreír, agradecer y reafirmar nuestro compromiso a hacer patria desde la distancia.